“Mercator nationis Biscaiae, Rodericus Navarettus genere Biscainus, patria vera Longronius.”
Rodrigo de Navarrete. De la nación de Vizcaya. Este es una de las referencias en que las fuentes citan a la nación vizcaína en Brujas, donde había un importante “Consulado comercial de Vizcaya”, como también había de Aragón, Portugal y Castilla. Este último, también llamado “Consulado de España”, funcionó hasta 1705. No obstante, el resto de consulados también eran referidos como “españoles”, si bien unos agrupaban a mercaderes de la costa y otros del interior. Además, había importantes sinergías entre ellos, pues mientras Castilla aportaba la lana, cántabros y bilbaínos ponían los barcos.
El motivo de esta introducción es que, en esta ocasión, voy a escribir acerca de los tiempos anteriores al poder político español en Flandes. Durante toda la edad media y principios de la edad moderna ( vizcaínos y navarros abandonaron sus consulados en 1585) hubo una intensa interacción comercial entre el norte de España y los puertos de Flandes. El motivo: el oro blanco, la lana.
La razón por la que he decidido escribir sobre este asunto, además de que es menos sangriento que otras historia que he escrito, fue mi visita con dos amigos belgas a la ciudad de Eupen. Eupen se encuentra en los confines de Bélgica, donde el francés da paso al alemán y los turistas son escasos.
Por confines, claro, quiero decir un par de horitas desde Bruselas…

Estando en el museo de la ciudad, único sitio abierto además del restaurante y la iglesia en un frío domingo de invierno, empiezo a aprender sobre el pasado textil de la zona. Al parecer, junto a la minería, fue la actividad principal durante siglos.
En un pequeño panel leí lo siguiente:
«Die spanische wolle ist der erste Stoff zu den feinen Tüchern…Ein König von Kastilien (…) liess ein Anzahl Widder und Schaafmutter aus Afrika holen (…) ihre Wolle übertrifft an Feinheit, Länge und Schönheit alle andere in der Welt».
La traducción del texto sería algo así:
«La lana española es el primer material utilizado para los paños finos… Un rey de Castilla (…) hizo traer de África varios carneros y ovejas madres (…) su lana supera a todas las demás del mundo en finura, longitud y belleza».
Esto me hizo rápidamente recordar que tenía pendiente escribir sobre la lana castellana desde hacía mucho tiempo. En concreto, desde que viví un año en el antiguo consulado de Vizcaya en Brujas. O al menos, en el edificio que se encuentra en el solar donde un día se ubicó la edificación orginal.
Durante un año recorrí los mismos pasillos y habitaciones donde siglos antes se hablaba castellano y vascuence (permitidme que utilice el termino anterior al de Sabino) y donde, con certeza, se acumularon toneladas de lana provenientes de la cabaña ganadera castellana.
Flandes fue un importante centro comercial y manufacturero durante toda la Edad Media, además de bancario. El intercambio de lana entre Castilla y Flandes llevaba tiempo desarrollándose, pero su impulso y auge se produjo en los siglos XII y XIII y continuó hasta bien entrado el siglo XVI. La Guerra de los Cien Años (1337-1453), entre Francia e Inglaterra, facilitó la colaboración naval entre Francia y Castilla y permitió que los mercaderes castellanos se hicieran casi en exclusiva con el mercado de Flandes.
De esta forma, en el siglo XIII existía una importante comunidad de vizcaínos y burgaleses en Brujas. No sorprende, por tanto, encontrar historias como las de Pérez de Malvenda, sobre quien escribí en este artículo.
¿Por qué Castilla? Diversos factores influyeron en que fuesen los castellanos quienes se hicieran casi con el monopolio del comercio de lana. Sobre todo, la calidad y exclusividad de la variedad Merina.
Como aprendí en Eupen:
“Alle Merinowolle stammte damals aus Spanien, nirgendwo anders war sie zu bekommen. Denn nur dort lebten Merinoschafe. Durch das strikte Ausfuhrverbot lebender Tiere- es stand darauf die Todesstrafe- konnte bis weitin das 18. Jahrhundert ein Monopol aufrecht erhalten werden.”

O, en español:
“Toda la lana merina de la época procedía de España, no estaba disponible en ningún otro lugar. Allí sólo vivían ovejas merinas. Debido a la estricta prohibición de exportar animales vivos -se castigaba con la muerte-, se pudo mantener el monopolio hasta bien entrado el siglo XVIII.”
Es decir, se lo montaron bastante bien. Más aún si se tiene en cuenta, que las zona de producción (Castilla) y de transformación (Flandes) estuvieron bajo el mismo poder político desde el reinado de Carlos I. Esta importante actividad económica ayuda a explicar un poco mejor la importancia de Brujas, y sobre todo, de Amberes para la Corona Española. Como vemos, al final, la religión fue solo una excusa para holandeses y españoles en su lucha por justificar el control de importantes rutas comerciales.
Seguiré aprovechando mi visita a Eupen para explicar con algo más de detalle el camino que seguía la lana española hasta llegar al puerto de Brujas:
“Handelsweg der Rohwolle von Spanien nach Eupen
Die Eupener Tuchfabrikanten bezogen ihre Wolle nicht über das näher gelegene Antwerpen sondern aus Amsterdam, einem wichtigen Handelsplatz für spanische Wolle. Dort erhielten die Eupener Tuchmacher bessere Zahlungsberdingungen, waas den weiteren Transportweg über das gut ausgebaute Kanalsystem mehr als wett machte.
In Spanien wurde die Rohwolle über Bilbao verschifft. In der Regel war sie bereits einmal gewaschen, um das Transportgewicht zu reduzieren.
Die beste Qualitát nannte sich «Segovianas» bennant nach Segovia., dem Ursprungsort der Herden. Diese Wolle wurde in Sevilla angekauft und dort bereits gewaschen, bevor sie weiter nach Bilbao transportiert wurde.”
Me gustó lo de “Segoviana”. O, en español:
“Ruta comercial de la lana cruda de España a Eupen
Los fabricantes de paños de Eupen no obtenían la lana de Amberes, que estaba más cerca, sino de Ámsterdam, un importante centro comercial de lana española. Allí, los pañeros de Eupen recibían mejores condiciones de pago, lo que compensaba con creces la ruta de transporte más lejana a través del sistema de canales bien desarrollado.
En España, la lana cruda se enviaba a través de Bilbao. Por lo general, ya se había lavado una vez para reducir el peso del transporte.
Las de mejor calidad se llamaban «segovianas» por Segovia, lugar de origen de los rebaños. Esta lana se compraba en Sevilla y se lavaba allí antes de ser transportada a Bilbao.”
Como vemos, la actividad económica vinculada a la lana se extendía por toda la Península Ibérica. Además, existían varias cañadas transhumantes para los animales. En un momento dado, la misma ganadería ovina puso en aprietos a los agricultores quienes vieron sus tierras ocupadas por los ganaderos con privilegios reales.
Aún quedan algunas de esas reminiscencias hoy en día de esas “mestas” o rebaños. Los veranos de mi infancia los pasé en Orce, en la “frontera” entre Granada y Albacete, muy cerca de por donde pasaba la Cañada Real Conquensa- Murciana. La oveja, o mejor dicho el cordero segureño, sigue siendo la seña de identidad de la zona. Posiblemente, en su día, hasta aquí llegaba el comercio con Flandes.


Las guerras, el desarrollo de otras industrias, y el enzagamiento de Damme antiguo puerto de Brujas, hicieron que el comercio de la lana fuera progresivamente perdiendo importancia. En una visita a Damme, recordaba las palabras de Marguerite de Yourcenar en su novela “Opus nigrum”:
“Se iba acercando a Damme, el antiguo puerto de Brujas en donde antaño, antes
de que la arena cegara la costa, atracaban los grandes barcos de Ultramar.
Aquellos tiempos de actividad ya no existían; pacían vacas allí donde antes desembarcaban los fardos de lana”.
Sin duda, la historia de los comerciantes españoles en Flandes, mucho antes de las guerras de sus reyes, como escribí en este otro artículo, merecen la misma atención que se le da a los siglos posteriores.

Volviendo a Eupen y por finalizar, la ciudad no conserva nada de la época española. Me acerqué al número 32 de la calle “Klosterstraase”, donde se erigió la casa del gobernador en época española y que hasta no hace mucho se conocía también como la casa “Zum König Spanien”. Hoy es un comercio local. No obstante, el control español no se desarrolló mucho en esta tierra de frontera, que habituelamente pagaba una salvaguarda a los holandeses para no ser atacada.
El Museo Municipal es también de época española (1697) con una bonita fachada con balcones.
Al terminar, la recepcionista me pregunta si me ha gustado.
Salgo a la calle. Comienza a nevar, como en Castilla.
Este artículo se ha inspirado en la ruta realizada por Antonio Bermejo Herrero, cuya experiencia la recogió en el libro «Recuerdos españoles en Flandes».
Bruselas, abril de 2022
GV
¡Magnífico artículo!
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