Guillermo Vergara, Bruselas, junio de 2022
Por primera vez desde el comienzo de la pandemia, esta semana volvió a producirse el salto a la Reja en la Ermita de Almonte. La Reina de las Marismas volvió a ser portada por los almonteños. Aunque no exenta de percances, la Virgen volvió a procesionar y la reja a saltarse.
Hace unas pocas semanas, mientras me encontraba a varios kilómetros del centro de Bruselas, yo también esperaba en una reja. Estaba en Laeken donde visitaría con unos amigos el Palacio de los reyes de los belgas.
La reja donde estaba, más parecida a una valla, rodeaba una oquedad, donde, tras bajar unos escalones se accedía a una fuente. Excepcionalmente, hacía calor en Bruselas, así que mientras esperaba bajé a echarme algo de agua. Mientras me remojaba el pescuezo, me di cuenta de que frente a mí, sobre la fuente, la piedra contenía una inscripción que concluía con una fecha: 1625. Entraba dentro de mi ámbito, así que en seguida puse atención y leí el resto de la inscripción, intentando descifrar el texto en latín, donde expresiones y palabras, que a fuerza de escribir en esta web estoy empezando a entender, exponían lo siguiente:
“Esta fuente está consagrada a la divina madre Ana, ya hace tiempo curada de sus fiebres, para que no serpentee sin gloria más allá a través de la tierra, la Excelentísima Isabel Clara Eugenia por deseo del Reverendo Padre Andrea Soto lo decoro con la pila y otros adornos en el año de 1625”.
La versión original que puede leerse es esta:
“Fontem hunc Divae Matris Anae Sacrum, iam dudum febricitantibus salutarem, ne ultra inglorius per terram serperet, serenissima Isabella Clara Eugenia ex desiderio RP Andrea Soto alveo ornamentisque decoravit anno 1625”.

La fuente, como decía, se encuentra rodeada de muros de piedra que se curvan alrededor de las escaleras, también de piedra, al fondo la pila, por la que un escueto hilo de agua se descuelga hasta un charco verdoso. A los lados, dos pilastras con motivos florales encuadran la pequeña inscripción en piedra.


En la foto queda menos espectacular, pero no deja de tener su importancia. Prueba de ello es que se haya mantenido por casi cuatrocientos años.
Muy cerca, se encuentra la imponente Iglesia de Nuestra Señora de Laeken, mandada construir por Leopoldo I en 1854. De hecho, solo tendría que seguir una avenida, actualmente llamada “Drève Saint- Anne” y pronto llegaría a la misma, donde hoy, además, hay una boda. Esta avenida, sigue el trazado marcado en época española por el arquitecto de la infanta, Francquart, a petición de la misma.


Al lado de la iglesia, unos anchos muros rodean el cementerio de Laeken que, en este caso, ya estaba aquí también hace cuatrocientos años. En aquella época, en lugar de la gran iglesia actual se erigía una capilla. Esta capilla, al igual que la del Rocío, era escenario de peregrinaciones.

Entre aquellos peregrinos solía encontrarse la infanta Isabel. En 1623, se acercó hasta aquí para orar junto a la imagen de santa Ana (motivo por el que santa Ana se nombra en la inscripción), que albergaba la dicha capilla. Por aquel entonces, acababa de terminar la tregua de los doce años y las provincias unidas volvían a atacar el sur de los Países Bajos españoles.
Tras esta visita, su confesor, Andrés de Soto, le sugirió erigir una fuente que saciase la sed de los peregrinos.
Dos años después, la infanta volvió a inaugurar la fuente, a cuyo lado otra pequeña capillita guarda la estatua de santa Ana. La capilla sigue, pero no sé si la imagen esta dentro.
Nadie salta, ni ha saltado la reja en la que estoy apoyado para llevar la imagen de santa Ana. Es pura coincidencia que esta semana se celebre el Rocío, pero lo que está claro es que para los españoles visitar a la Virgen era y es una parte integral de su vida social y espiritual. Pero, hace cuatro siglos, una infanta de España, hija de Felipe II y una de las más queridas gobernadoras de los Países Bajos meridionales sí peregrinó a esta lugar.
La inscripción que encontré aquel día es un anciano vestigio español. Hoy, organizaciones como la Hermandad del Rocío de Bruselas, realizan la peregrinación en España. Tal vez sería una buena idea idea sugerirles que acudan de vez en cuando a ver a santa Ana, madre de la Virgen, como hace 400 años otros españoles y españolas que acompañaban a la infanta lo hacían en Laeken.

Este artículo se ha inspirado en la ruta realizada por Antonio Bermejo Herrero, cuya experiencia la recogió en el libro «Recuerdos españoles en Flandes».
Guillermo Vergara, Bruselas, junio de 2022
[…] más tarde, en 1623, mientras la infanta Isabel peregrinaba a Laeken- como conté la semana pasada en este otro artículo-, esta coincidió con varias beguinas que también peregrinaban. Se dice que en ese trayecto tomó […]
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